jueves, 24 de diciembre de 2009

Salud, dinero y amor?...

Tumbada en mi cama, con la mirada clavada en el techo de mi habitación, esa pregunta vino a mí. Mierda, ahora sí que no podré dormir...

Qué estoy haciendo con mi vida? La estoy desaprovechando? Seguramente si, pero porqué? Soy realmente feliz? De hecho, alguien es realmente feliz? Y lo que más me angustia, me habré equivocado de carrera?.

La verdad es que si analizo un día normal en mi vida me da la sensación de que podría hacer mucho más, tengo un vacío emocional, me siento insustancial por momentos, de manera cíclica paso de 100 a 0, y de 0 a 100, sin encontrar el equilibrio personal que me aporte estabilidad.

Qué se entiende por ser feliz? Tengo familia, tengo los mejores amigos, han aparecido personas nuevas en mi vida que me aportan mil cosas nuevas y de las que me queda muchísimo por aprender, tengo salud... Bueno paramos un momento, vamos a ver, la gente enumera estas cosas para medir la felicidad en serio? Es un poco chorrada tener que medir mi felicidad en base a "salud, dinero y amor"; salud tengo, si, pero he vivido este año en el SERGAS, dinero... Dinero? Vale, el dinero ayuda, no a ser feliz, pero si que te aporta una seguridad y una tranquilidad que ayudan a esa felicidad, pero me niego a dejar que el dinero sea una parte determinante de mi "nivel de felicidad"... Amor... Pues depende de lo que se entienda por amor, es amor lo que la sociedad entiende que tiene una "pareja normal"? Es amor un matrimonio que no se toca hace años, que no se buscan entre las sábanas? Es amor estar enamorada de alguien que no lo está de tí? Es amor lo que tienen dos personas que se encuentran esporádicamente, que se dan lo mejor de sí sólo a cambio de la reciprocidad?.

Vale, querida sociedad, ahora tengo salud, tengo el dinero que necesito para vivir bien pero sin lujos, que realmente serían innecesarios y creo que llegado un punto agrandarían mi vacío interior, y tengo cierto tipo de amor, no el que yo desearía, pero que sí sigue las pautas de la definición del amor... Se supone que soy feliz entonces? El hecho de estármelo preguntando no es una contestación a mi pregunta?.

Creo que soy feliz por momentos, y creo que es lo máximo a lo que se puede aspirar; soy "feliz" tomando un café interminable con mis amigos, soy "feliz" en una conversación de horas en las que no hay silencios porque me entiendo con la otra persona, soy "feliz" cuando veo que a los míos les van bien las cosas, soy "feliz" cuando paseo sola entre las piedras de Santiago y siento ese momento como mío, soy "feliz" cuando Bruno me abraza porque le sale y me dice te quiero, soy "feliz" cuando mis amigos necesitan algo y es mi número el que marcan, porque saben que estoy ahí.

Pero explicarle a la sociedad que soy feliz en momentos así, como tomarme un té mientras veo llover desde la ventana, al acabar un libro que me ha marcado, al salir del agua del mar, al caminar descalza sobre hierba, cuando un beso furtivo me mueve algo por dentro, explicarle a la sociedad que para mí la felicidad son esas pequeñas cosas es dificil, cuando no imposible.

Y respecto a mi carrera, quizás no sea la carrera de mi vida, quizás yo sería más feliz estudiando historia del arte, estudiando filología hispánica, periodismo... Pero es la carrera que he elegido, y me gusta, no al 100%, pero me gusta lo que podré hacer en un futuro gracias a ella, creo que eso sí lo tengo decidido, y sí me hará feliz, podré trabajar asesorando a inmigrantes, a mujeres maltratadas, a gente sin recursos, si llego a cumplir este sueño, creo que con cada batalla ganada seré un poquito más feliz.

No me importa lo que una sociedad corrompida y vacía de emociones entienda por felicidad, que le den! Prefiero ser fiel a mí misma, a mis pequeñas cosas, a mis rarezas, feliz no sé si seré, pero soy sincera conmigo y con los míos, algo que la sociedad en sí no puede decir.

martes, 22 de diciembre de 2009

A mi luz...

Hoy no hay foto, sólo recuerdos, sensaciones, sentimientos...

Cuánta falta me haces. Sabes? Cada día te recuerdo, cada día te extraño, te necesito, y te hablo en silencio. Sé que me escuchas, que me guías con tu luz, que nunca he dejado de ver; siento que sigues a mi lado, intentando mostrarme el camino correcto, pero es tan dificil...

A veces sueño con aquellos años en los que estabas aquí, y la nostalgia se apodera de mí, me aprisiona... Recuerdo tu olor, y necesito volver a olerlo, volver a oler esa mezcla de tabaco y serrín, a madera seca... Recuerdo tu voz, cuando me reprendías por no atender a tus explicaciones, por desarmarte, por romper tu coraza con una sonrisa y un beso en la mejilla, porque sabía que yo era tu debilidad, tu niña...

"No se le dan las matemáticas a Filomena, aún me va a salir de letras..." "A ver Dolores, de qué te me quejas hoy?"

Recuerdo momentos concretos, cuando me llevabas a nadar contigo,abrazada a tu espalda y nos perdíamos en las olas de la ría. Recuerdo el olor a chocolate, el olor del taller donde trabajabas, y yo iba a buscarte por la noche cuando la abuela me decía coge la linterna y ve por el abuelo, que le hará ilusión que vayas tú, y yo iba, en ese pequeño espacio que separaba la casa del taller yo sentía miedo a la oscuridad, a los ruídos de las hojas, de los grillos, a los ladridos de los perros... Pero me recompensaba cuando te veía allí sentado, en tu taburete, dibujando planos a lápiz (rojo o verde) en medio de tu desorden organizado, y al verte sentía que nada de lo que hubiese allí fuera podría conmigo, porque estaba contigo. Recuerdo tu olor, si, pero hay veces que no recuerdo tu cara, y necesito ver tu foto para recordarte, y eso me angustia, por eso estás en mi mesilla de noche, para ser lo último que veo al acostarme, y lo primero al levantarme; para recordar tu cara...

Revivo cada momento, el acompañarte a guardar las ovejas, la cara de enfado que intentabas poner cuando yo convencía a la abuela para que se volviera mi cómplice de juegos, para que me consintiera todo, cuando ella aún era feliz. Los días de merienda en mantas en el campo, las recogidas de frutas, de castañas y nueces, de paseos a caballo gracias al vecino, entrar en tu rincón especial dónde escuchabas música en tu sofá, me encantaba sentarme allí acurrucada a tí (gracias a eso hoy me sé un amplio repertorio de música de tu época jaja), cuando me regalabas libros, como pequeños tesoros, a tí te debo mi amor a la lectura; recuerdo el ir a dormir la siesta contigo y ver que hacías que te enfadabas "no se puede dormir ni la siesta con usted en casa o qué?" Pero me abrazabas y te pillaba sonriendo. Las navidades en casa, las cenas en las que éramos gente y gente y gente... (Y yo el juguete para qué negarlo jaja).

Hoy he crecido, ya son muchos días sin tí, aún te veo como la última vez que te vi, y me dijiste "cuídate niña", no sé si he sabido ser lo que esperabas de mí, y eso es una carga en mi espalda que en ocasiones se me hace insoportable. La gente me dice que soy tu vivo retrato, que te ven en mis ojos, en mis gestos, en mis manías... Y yo me siento orgullosa, y a la vez temerosa, porque sé que no estoy a la altura.

Te he sentido cerca en los malos momentos, te tengo presente en los buenos, sólo espero que allá donde estés estés orgulloso de mí, comprendas mis decisiones, tantas veces equivocadas. Que aunque haya pasado el tiempo, aunque crecido, para tí siga siendo tu Filomena... Tu Dolores... Tu niña.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Hubo una noche... sólo una noche



Van Gogh: La noche estrellada

Hubo una noche en la que me olvidé de la luna, que se reflejaba en el agua estanca que se veía desde nuestro refugio. Ignoré a las estrellas que mandaban luz hacia nuestra ventana empañada, rompiendo nuestra intimidad... Esa noche odié a la luna, a las estrellas, por tener que compartirte con ellas en la noche, por poder tocar tu piel, acariciándote con su luz...


Hubo una noche que se escapó a la gente, que nadie escucho mi voz quebrada al sentir tus dedos discurrir por vientre, al encontrar cada caricia que me regalabas... Esa noche envidié tus suspiros, por ser parte de tí...

Hubo una noche en la que nuestros labios se encontraron por casualidad, por un juego del destino, y sin esperarlo algo en mi interior comenzó a aletear, tan fuerte que pensé que iba a salir de mi pecho... Esa noche agradecí a tus manos la dulzura que me ofrecieron en cada gesto, avivando y calmando a la vez la pasión que despertaban en mí... Fue una noche... sólo una noche... en la que la luna se marchó, con el dolor de no poder sentirte más, hasta la eternidad que se antojaba la noche siguiente...

Y los primeros rayos de sol entraron furtivos a nuestro rincón, me desperté acomodada en tu pecho, como si así hubiera sido toda la vida, como si cada mañana me despertara un beso tuyo en mi frente. Sentí calma, paz, habría parado el mundo en ese momento, para que fuera eterno y no sentir miedo precisamente a eso, a sentir... Miedo a dejarme llevar... otra vez... miedo a abandonarme a tí, a dejarte entrar en mi interior, donde soy vulnerable, donde me ganarías la partida... miedo no... pavor... pavor a marcarte cada lugar de mi alma para que puedas herirme sin errores... pero no lo sentí... no quise pensar en nada más en ese momento mágico en el que nada más existía...

Pero no pude parar el tiempo, y éste transcurrió...

Con la luz de la mañana llegaron nuestras respectivas vidas, y con ellas mis miedos, porque añoré tu mano acariciando mi pelo, tu lengua jugando con la mía, tus susurros en mi oído, la humedad de tus besos, el calor de tu cuerpo en la noche fría, la firmeza con que me sujetaban tus manos a la vez tan delicadas...

Ahora sólo estás en mi memoria, en mis sueños... hasta que nuevamente el destino nos cruce, en un nuevo capricho del azar, y vuelva a sentirte mío por una noche, aunque para ello tenga que compartirte con la luna, aunque me cueste el riesgo de dejarme sentir...

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Historias narradas por las vías...

Desde mi asiento 161, coche 03...


Observo a cada una de las personas que van a mi alrededor, me imagino sus vidas, porqué habrán cogido este tren, y no cualquier otro...


Hay una señora mayor, con un pañuelo blanco en la cabeza, y de vez en cuando se tapa la boca, tiene la mirada perdida en el azul del asiento delantero, las arrugas de su cara se me antojan un reflejo de los golpes que le habrá dado la vida, como marcas que recuerden día a día lo vivido, lo sufrido, sin dejar olvidar... De vez en cuando aprieta la mano derecha, como impulsivamente, sin darse cuenta, mientras juega despistadamente con el billete... Seguro que ha venido a ver a su hijo, del que se siente muy orgullosa, pero él nunca va a visitarla, porque es muy buen médico y no tiene tiempo, entre el trabajo y sus compromisos sociales, y ha visto a sus nietos, la mayor saca muy buenas notas, va a ser como su papá, el abuelo estaría muy orgulloso de ella si estuviese aquí; el pequeño es demasiado pequeño para saber qué será, por ahora es el que más cariño da a la abuela, hoy han ido a pasear por el parque, ningún bocadillo sabe como el que le hace la abuela, le ha permitido que fuera de chocolate, y le ha quitado las durezas al pan con el cuchillo, después le ha comprado un paquete de cromos y sólo uno venía repetido. Ha sido una buena tarde, y la abuela se va pensando en la próxima, y en las tardes que estará sola hasta que esa llegue...


Enfrente de mi va un chico joven, veintipico... Con greñas y barba, va mirando el móvil, que no para de sonar, y él contesta rápidamente, y a veces una sonrisa aparece en su cara, cuando ve que le miro disimula con vergüenza, y mira por la ventana... no me cuesta imaginar su historia, ha venido a visitarla a ella... Y ya la echa de menos...


Unos asientos más atrás, a mi espalda, van dos mujeres, van hablando distendidamente, y ahí no hace falta suponer nada, pues van hablando tan alto que no me queda nada por imaginar... Compras navideñas, qué tal tus hijos? Tenemos que quedar más... Si, cuando pasen estas fechas... ( No van a quedar )...


El revisor se detiene frente a un señor, va dormido, o eso parece, sus ropas gastadas, sus botas rotas, su cara ennegrecida... Todo eso hace que el revisor se detenga frente a él. Pero él saca orgulloso su billete, aquí tiene señor... Porque cambiarás tú de ciudad? Vas o vuelves? Vas... Buscando mejor suerte? Quizás... Intentando olvidar? Puede... Que encontrarás? Cuanta gente nueva conocerás? Quién sabe... Parece que me has oído, y nuestras miradas se encuentran, tu débil sonrisa desdentada resulta cálida, que tengas suerte vayas o vuelvas, que tengas suerte, sea cual sea tu historia...


Y sólo queda él... Tres filas hacia delante, de frente hacia mí, tiene el pelo despeinado al azar, como si el viento hubiese hecho un juego aleatorio para enredar cada uno de tus mechones morenos, ojos negros, o marrones muy oscuros, desde aquí no lo distingo, pero cada vez que los veo siento el impulso de querer perderme en ellos. Los dos podíamos haber cogido ventanilla, pero vamos en el pasillo, cruzando nuestras inquisitivas miradas... Cuál es tu historia? No consigo adivinarla... Bajarás en Santiago? Seguro que si... Volveré a encontrarte? Cuando menos me lo espere... Qué estudias, o en qué trabajas? Historia del arte... O algo relacionado... Tienes manos de pintor, no, de escultor... y mirada profunda, de escritor, de poeta... Retén mi imagen en tu cabeza, píntame sólo envuelta en una sábana, en tu sábana... Y recítame un poema que escribiste para mí, sólo para mí, esa tarde, esta tarde... cuando bajaste del tren y llegaste a casa con mi imagen en tu memoria... No me olvides, yo no olvidaré tu mirada, el trayecto en el que nuestras miradas se encontraron, para algún día, en algún lugar, en el momento justo... Volver a reencontrarse.

viernes, 11 de diciembre de 2009

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Esa voz...
Ese olor...
No se va...
Sigue aquí...

Sigue en mis sueños... Sigue en mí... La losa sobre mi pecho... El despertar envuelta en sudor de madrugada... Sigue en el aire... No puedo dormir... Está en las sombras... Debajo de mi cama... Me escondo en el edredón en la oscuridad de mi cuarto... Pero siento que sigue aquí... Lo veo al cerrar fuerte mis ojos... Está en los espejos... En el ruido de los árboles... De los coches... En la noche... Y también en la mañana... Está aquí... Lo veo en el reflejo de mi ventana... Sigue detrás de mí... Número desconocido... Esa canción... Esa melodía... Está entre la gente... Va y viene... Siempre vuelve... está a mi alrededor... dando vueltas... Y yo giro y giro en el mismo punto fijo... Tira de una cuerda atada en mi pecho... Me empiezo a marear... Tengo ganas de vomitar... Quiero que pare ya... Pero caigo sin fuerzas... Sin consciencia... Y me ve caer con sonrisa satisfecha...

Oscuridad... Paz... Hay un punto de luz... Empieza a crecer... Me levanto hacia él... Es mi realidad... Me siento fuerte... En paz... No hay reflejo en el cristal... No hay llamadas... No tengo esa sensación que tiene el mosquito con la luz que le va a matar...

Huele a leña y chocolate recién hecho... Mi abuela me abraza y me lleva frente a la chimenea... Bebe para que te caliente... Empiezas a tener color...