martes, 17 de agosto de 2010

Una noche entre un millón

Te apetece una copa?

Perdona, nos conocemos?

Acaso importa? Estás sola, a la una de la madrugada, en la barra de un bar... Una de dos: o él no ha venido... O lo que venías buscando acaba de llegar... Pero por si importa... Soy Marcos.
...
No se prometieron el mundo, no había garantías, no jugaron a estar enamorados, ni fingieron creer en los cuentos de hadas. Ni él era un caballero, ni ella una asustada princesa en busca de protección desde lo alto de una torre.

Y a pesar de todo esto, se buscaron, se encontraron, y se entregaron. Sin promesas, sin mentiras, se mostraron, se dieron lo mejor de sí mismos, con ternura y con locura, se saciaron la sed, se calmaron las almas, se comieron la madrugada desde aquel colchón mientras la luna les espiaba por la ventana.

Y tras la batalla de besos, y el choque de sensaciones, no hizo falta fingir nada, durmieron abrazados sintiéndose uno, los dos estaban igual de solos.

Y en silencio, los dos temieron que aquello se acabara, temieron tontamente y por arrogancia, que llegase la mañana