jueves, 16 de diciembre de 2010

Fantasmas y Aires

Fantasmas y aire

A veces ocurre que los fantasmas del pasado te acechan, cuando ya estás bien, en un día normal, con tus rutinas, con tus manías... De repente, vuelven a apareerse en tus sueños, te asaltan al escuchar el claxon de un coche por tu calle, y un escalofrío recorre tu columna vertebral al pensar en momentos concretos ya vividos. 

Estás bien, pero te das cuenta, en cualquier momento del día, que tienes los músculos tensos y el estómago contraído, sin saber por qué.

Y te cabreas, con el mundo, estás irascible con la gente que tienes alrededor, y eres más dura con aquéllos que más quieres. Aunque al final, en ese momento de lucidez y autocrítica fugaz, te das cuenta de que sólo estàs enfadada contigo misma. Y es ahí cuando rompes, lo sacas todo, mejor si es a solas, y a poder ser a oscuras, (cada uno tiene sus manías...). Y cuando esto pasa, sientes en el pecho el alivio que sientes cuando sales del agua buscando esa primera bocanada de aire fresco, de oxígeno. Ahí ya tienes fuerza para poder mirarte al espejo sin llorar, para envalentonarte y aguantar otra temporada sin permitir a los fantasmas que se acerquen a menos de dos kilómetros de distancia

martes, 7 de diciembre de 2010

Días para una misma...


La lluvia rebotaba contra la ventana velux de su habitación, y ella, ella disfrutaba de uno de esos momentos tan suyos. Tirada en la cama, escuchando llover, y la música del CD de Reiki que había comprado en aquella tienda escondida en una de esas ruelas de Compostela por las que le encantaba perderse cuando llovía. Se incorporó un poco, mojó el chupa chups en el té de frutas, le dio un sorbo corto y se volvió a tumbar, jugando a agarrarse la punta de los calcetines, pensando en todo, sin pensar en nada, rodeada de velas metidas en vasitos de té, y olor a incienso de canela...

-Venga, voy a estirarme, a relajarme...- Primero pienso en los dedos de los pies... No pesan, los siento ligeros... Suben por mis pies, por mis tobillos... ahí... me detengo ahí... ya no siento mis pies, están flotando en mi habitación, mientras escucho el agua en los cristales mezclado con la música de fondo... Sigue subiendo por mis piernas... y así poco a poco por todo mi cuerpo, agoto mis dedos, vuelve a subir por mis brazos, soy ligera, mi cabeza? no... la cabeza no... quiero ser consciente de esta sensación...

Estuvo así durante cerca de una hora, cuando empezó a ser consiciente de su cuerpo de nuevo, se desperezó, cogió el chupa chups que había dejado en la taza del té, y volvió a jugar con sus pies en el aire... A veces necesitaba días así, días de ella misma, que las horas pasaran ajenas a su existencia en ese refugio tan suyo.

Siguió allí, en su cama, durante horas, cantando en playback, bailando frente al espejo, desnudándose, encontrándose, sintiéndose... dormitó un rato y acabó vistiéndose de nuevo con esa camiseta vieja de surf, que llevaba tantos años en el armario y que no tiraría jamás, unas braguitas de lunares y un calcetín de cada color... como siempre... Jugó con sus rizos, o lo que quedaba de ellos, mientras pensaba qué hacer con lo que quedaba de día.

Se fue a la ducha cantando, para acabar el día con ella misma, saldría a dar un paseo bajo la lluvia, sola, con su ipod... Esquivando los charcos, o no. Tocando los árboles abandonados en el medio de la ciudad con la punta de los dedos. Chantajeando con una mirada al vagabundo de tres calles más abajo, sus ojos le tenían secuestrado el corazón. Desafiando a las señales. Jugando a ser una solitaria en el medio de la ciudad.

Y por la noche, cuando volvió a su habitación pensó:

"Días así son necesarios para cargar las pilas..."