martes, 12 de octubre de 2010

Quererse, sin querer...

Y si lo nuestro se acabó sin empezar? Como te digo adiós si nunca te tuve, si no te quiero dejar marchar?...

Cómo explicar, que extraño tu olor... Cómo dejar de pensar en un beso, sólo eso, el único beso que nos dimos a escondidas, sintiéndonos culpables, doliéndonos de querernos. Cómo le cuento a mis amigas que necesito tu voz al otro lado del teléfono antes de dormir, tu voz, que nunca me dio las buenas noches desde mi cama, y aún así ha sido la más cercana que he sentido.

Cómo se cuenta a alguien, que necesito tus abrazos, y que quizás nos sentimos tan solos que necesitamos auxiliarnos el uno al otro, que nos deseamos con las manos atadas, que no podemos probarnos, y descubrir a qué sabemos...

A veces, imagino cómo será el momento de tenernos, y tengo miedo. Parece una niñería, pero me siento virgen en tus manos, vulnerable, vergonzosa, y a la vez ansiosa de tus besos.

Y sé que te tengo si yo así lo quiero, y a la vez no te tengo como yo quiero... Y tú, me quieres y no sabes que me tienes, que si me abrazas nunca más querré separarme de tí, de la protección que me susurra tu cuerpo de adulto precoz.

 Y todo es tan fácil cuando dos se quieren... Y todo es tan difícil cuando no les dejan quererse... Que cada gesto duele, cada día cuesta, cada beso en otra boca aumenta el vacío, la soledad de estar con alguien que no eres tú... 

Cómo duele cuando se quiere sin querer...

domingo, 3 de octubre de 2010

Un paseo... que no dejo de recordar

Damos un paseo?
Son las dos de la madrugada, y están aquí mis padres.
Por favor...


Lo dimos. Bajo la mirada curiosa de mis padres, nos fuimos. Yo, que estaba tan segura de mí misma, de que todo era pasado, y tú sólo un buen amigo, vi como mi mundo se movía cuando me apartaste el pelo con cuidado y levantaste mi barbilla.

El miedo me paralizó, y me aparté de tí, de tí, que ya me robaste el corazón en otra ocasión, aunque no fueses consciente, de tí, que sin saberlo me rompiste en dos al verte con ella de la mano. De tí, que desde ese paseo no sales de mi cabeza, que haces que esté ausente, callada, y con el corazón en la garganta.

De tí, del que me debería haber apartado antes de que me llegase tu olor, que ahora no puedo evitar buscar en mi almohada al despertar. De tí, que cada vez que te veo quiero correr hacia tí y abrazarte fuerte.

Ahora veo mi post anterior, y me rio de la ironía... Ten cuidado con lo que pides, porque puede que se cumpla.