jueves, 16 de diciembre de 2010

Fantasmas y Aires

Fantasmas y aire

A veces ocurre que los fantasmas del pasado te acechan, cuando ya estás bien, en un día normal, con tus rutinas, con tus manías... De repente, vuelven a apareerse en tus sueños, te asaltan al escuchar el claxon de un coche por tu calle, y un escalofrío recorre tu columna vertebral al pensar en momentos concretos ya vividos. 

Estás bien, pero te das cuenta, en cualquier momento del día, que tienes los músculos tensos y el estómago contraído, sin saber por qué.

Y te cabreas, con el mundo, estás irascible con la gente que tienes alrededor, y eres más dura con aquéllos que más quieres. Aunque al final, en ese momento de lucidez y autocrítica fugaz, te das cuenta de que sólo estàs enfadada contigo misma. Y es ahí cuando rompes, lo sacas todo, mejor si es a solas, y a poder ser a oscuras, (cada uno tiene sus manías...). Y cuando esto pasa, sientes en el pecho el alivio que sientes cuando sales del agua buscando esa primera bocanada de aire fresco, de oxígeno. Ahí ya tienes fuerza para poder mirarte al espejo sin llorar, para envalentonarte y aguantar otra temporada sin permitir a los fantasmas que se acerquen a menos de dos kilómetros de distancia

martes, 7 de diciembre de 2010

Días para una misma...


La lluvia rebotaba contra la ventana velux de su habitación, y ella, ella disfrutaba de uno de esos momentos tan suyos. Tirada en la cama, escuchando llover, y la música del CD de Reiki que había comprado en aquella tienda escondida en una de esas ruelas de Compostela por las que le encantaba perderse cuando llovía. Se incorporó un poco, mojó el chupa chups en el té de frutas, le dio un sorbo corto y se volvió a tumbar, jugando a agarrarse la punta de los calcetines, pensando en todo, sin pensar en nada, rodeada de velas metidas en vasitos de té, y olor a incienso de canela...

-Venga, voy a estirarme, a relajarme...- Primero pienso en los dedos de los pies... No pesan, los siento ligeros... Suben por mis pies, por mis tobillos... ahí... me detengo ahí... ya no siento mis pies, están flotando en mi habitación, mientras escucho el agua en los cristales mezclado con la música de fondo... Sigue subiendo por mis piernas... y así poco a poco por todo mi cuerpo, agoto mis dedos, vuelve a subir por mis brazos, soy ligera, mi cabeza? no... la cabeza no... quiero ser consciente de esta sensación...

Estuvo así durante cerca de una hora, cuando empezó a ser consiciente de su cuerpo de nuevo, se desperezó, cogió el chupa chups que había dejado en la taza del té, y volvió a jugar con sus pies en el aire... A veces necesitaba días así, días de ella misma, que las horas pasaran ajenas a su existencia en ese refugio tan suyo.

Siguió allí, en su cama, durante horas, cantando en playback, bailando frente al espejo, desnudándose, encontrándose, sintiéndose... dormitó un rato y acabó vistiéndose de nuevo con esa camiseta vieja de surf, que llevaba tantos años en el armario y que no tiraría jamás, unas braguitas de lunares y un calcetín de cada color... como siempre... Jugó con sus rizos, o lo que quedaba de ellos, mientras pensaba qué hacer con lo que quedaba de día.

Se fue a la ducha cantando, para acabar el día con ella misma, saldría a dar un paseo bajo la lluvia, sola, con su ipod... Esquivando los charcos, o no. Tocando los árboles abandonados en el medio de la ciudad con la punta de los dedos. Chantajeando con una mirada al vagabundo de tres calles más abajo, sus ojos le tenían secuestrado el corazón. Desafiando a las señales. Jugando a ser una solitaria en el medio de la ciudad.

Y por la noche, cuando volvió a su habitación pensó:

"Días así son necesarios para cargar las pilas..."

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Amores que matan


Habían quedado para tomar un café, todo un logro, pues últimamente era casi imposible quedar con ella. María no podía dejar de mirarla, eran amigas desde hacía cuánto... 8 años? La conocía perfectamente, le dolía verla así. Desde que le conoció todo cambió, ella cambió. Tenía la mirada apagada, ya no era la misma, ella, que reía por cualquier cosa, que siempre movilizaba a sus amigos para quedar, que siempre les arrancaba una sonrisa. Ahora estaba apagada, se había quedado sin luz.

- Hacía mucho que no nos veíamos.

- Ya, he andado liada. - Daniela bajó la mirada, mientras revolvía la sacarina en el café.

- Sacarina?. Desde cuándo tomas sacarina?. Estás gorda, no? Te lo ha dicho él?. No te reconozco Dani, eres otra persona, te ha cambiado y te está apartando de tu entorno, y tú no te das cuenta. Se lo consientes.

- No empecemos, o me voy. No sé por qué le tenéis tanta manía.

- PORQUE TE ESTÁ ANULANDO¡¡.- Daniela puso un euro encima de la mesa y se levantó.- Ey espera, lo siento, no quería ser brusca, siéntate. Por favor.

Se sentó, en silencio, mientras María le agarraba la mano y buscaba su mirada.

- Sólo intento entenderte, ayudarte. Por qué le defiendes?

- Porque le quiero.

- No ves que no eres tú, que no te deja salir, que te tiene dominada y encerrada. Esos celos no son normales Dani. Por qué se lo consientes?

- Porque le quiero.

- No se puede querer a tu carcelero, no te das cuenta. Apuesto a que  no sabe que estás aquí conmigo. Con Adrián no has vuelto a bajar, es tu mejor amigo Dani, te echa de menos, todos te echamos de menos

- Tiene celos por que teme perderme, porque me quiere, no entendéis  nada. No podéis echarme de menos, no me he ido a ningún sitio por Dios...

- Dani, te conozco, te lo niegas, pero sabes que es verdad. Sabes que has cambiado. Sólo dime los por qué, déjame intentar entenderte. Por qué le consientes que te mire el móvil, que controle tu forma de vestir, que te insulte, que no te deje ver a tus amigos?

- Te lo he dicho, por que le quiero.

Las dos miraron al café, Daniela intentando no romper a llorar, y María intentando no exaltarse, y agarrarla hasta hacerla entrar en razón. Sólo quería gritarle, estaba enfadada con ella, por ser débil, por haberla perdido, a su amiga, a su confidente. Quería decirle que no estaba sola, que dejara a ese cabrón que la estaba matando en vida, que le estaba robando la juventud, que no volvería a tener 20 años... Tenía que serenarse, no quería que se fuera.

- Dani, te quiero. Y como te quiero, no puedo decirte lo que debes hacer, cuando alguien te quiere acepta tus decisiones, y las apoya. Mira, siempre, y cuando digo siempre, es siempre, voy a estar ahí para tí. Sólo te voy a pedir una última cosa. Dime, mirándome a los ojos, con la mayor sinceridad que puedas, por qué estás con él.

Daniela levantó la mirada con las lágrimas a punto de desbordar, con rabia contenida, apretando los labios. Cada sílaba salió de su boca despacio, con dolor, como si la desgarrasen por dentro...

- Por que si le dejo... me mata...

martes, 12 de octubre de 2010

Quererse, sin querer...

Y si lo nuestro se acabó sin empezar? Como te digo adiós si nunca te tuve, si no te quiero dejar marchar?...

Cómo explicar, que extraño tu olor... Cómo dejar de pensar en un beso, sólo eso, el único beso que nos dimos a escondidas, sintiéndonos culpables, doliéndonos de querernos. Cómo le cuento a mis amigas que necesito tu voz al otro lado del teléfono antes de dormir, tu voz, que nunca me dio las buenas noches desde mi cama, y aún así ha sido la más cercana que he sentido.

Cómo se cuenta a alguien, que necesito tus abrazos, y que quizás nos sentimos tan solos que necesitamos auxiliarnos el uno al otro, que nos deseamos con las manos atadas, que no podemos probarnos, y descubrir a qué sabemos...

A veces, imagino cómo será el momento de tenernos, y tengo miedo. Parece una niñería, pero me siento virgen en tus manos, vulnerable, vergonzosa, y a la vez ansiosa de tus besos.

Y sé que te tengo si yo así lo quiero, y a la vez no te tengo como yo quiero... Y tú, me quieres y no sabes que me tienes, que si me abrazas nunca más querré separarme de tí, de la protección que me susurra tu cuerpo de adulto precoz.

 Y todo es tan fácil cuando dos se quieren... Y todo es tan difícil cuando no les dejan quererse... Que cada gesto duele, cada día cuesta, cada beso en otra boca aumenta el vacío, la soledad de estar con alguien que no eres tú... 

Cómo duele cuando se quiere sin querer...

domingo, 3 de octubre de 2010

Un paseo... que no dejo de recordar

Damos un paseo?
Son las dos de la madrugada, y están aquí mis padres.
Por favor...


Lo dimos. Bajo la mirada curiosa de mis padres, nos fuimos. Yo, que estaba tan segura de mí misma, de que todo era pasado, y tú sólo un buen amigo, vi como mi mundo se movía cuando me apartaste el pelo con cuidado y levantaste mi barbilla.

El miedo me paralizó, y me aparté de tí, de tí, que ya me robaste el corazón en otra ocasión, aunque no fueses consciente, de tí, que sin saberlo me rompiste en dos al verte con ella de la mano. De tí, que desde ese paseo no sales de mi cabeza, que haces que esté ausente, callada, y con el corazón en la garganta.

De tí, del que me debería haber apartado antes de que me llegase tu olor, que ahora no puedo evitar buscar en mi almohada al despertar. De tí, que cada vez que te veo quiero correr hacia tí y abrazarte fuerte.

Ahora veo mi post anterior, y me rio de la ironía... Ten cuidado con lo que pides, porque puede que se cumpla.

viernes, 10 de septiembre de 2010

De descubrirnos..


Nunca he sido de cuentos de princesas y valientes caballeros, no creí jamás en esos príncipes azules que se jugaban la vida por un amor puro, y las rescataban de su duro cautiverio en amplios castillos custodiados por feroces dragones. Ni me gustaba el color rosa, ni jugaba con muñecas siliconadas. Odiaba los vestidos, las trenzas en el pelo y los zapatitos de charol. Jugaba con legos y playmóbils, prefería salir a correr al campo que peinar muñecas, los niños no ocupaban ni un segundo de mi pensamiento antes de dormir, porque antes de acostarme prefería leer libros de aventuras y soñar despierta con ser una valiente pirata que surcaba los mares, o viajar de la mano de Julio Verne al centro de la tierra.

Sin embargo, y aunque las niñas de mi edad se empeñaran en decirme lo rara que era, yo me veía de lo más normal, y ese tema no me robaba el sueño, puede que fuera una redicha, o simplemente que copiase a los mayores esa coletilla que usaban para todo lo que se escapaba a mi entendimiento y no les apetecía explicarme, pero pensaba "ya lo entenderán cuando sean mayores".

No me gustaba la idea de que un gordo vestido de rojo anduviera a sus anchas por mi casa, ni entendía porqué un señor que no conocía de nada me traía regalos una vez al año, pero no me dejaba verlo. Con seis años dejé de creer en él y en esos tres reyes, (que nadie me sabía decir de qué países eran reyes) y que a mí me cubrían de regalos y a mi vecina no le traían nada, no entendía que castigasen de una forma tan cruel a una niña que era bastante más obediente que yo. Así que a los seis años dejé de creer en los reyes, y desde los seis años en cierta manera se puede decir que soy republicana.

Con ocho, me enfadé con Dios y volví locos a mis padres a preguntas sobre el alma, la muerte y el más allá, porque a alguna monja sin un mínimo de pedagogía se le ocurrió la gran idea de hablarme del limbo. Ese mismo año, esa misma monja, me dio una hucha para recaudar dinero para construír un comedor para unos niños de Venezuela. Gané una pelota por ser la niña que más recaudó del colegio, pero casi me la quitan cuando pregunté porqué habia tantas iglesias y tantos "edificios donde vivían monjas y curas" y esos niños no tenían un comedor. A los ocho años dejé de creer en la Iglesia, aunque me reconcilié con Dios, que no tenía culpa de tener esos "representantes" en la Tierra.

Con quince años a mis amigas les dio por teñirse de rubias, y a mí me pareció mucho más divertido ponerme tres rastas blancas y una azul. Ese mismo año empecé a tener inquietudes políticas sin darme cuenta, comencé el curso con un sobresaliente en historia, hasta que mi profesor (que podría estar sentado a la derecha de Franco) empezó a contarnos su particular visión de la Historia de España, y me hizo saltar de la silla de mi pupitre. Me costó sacar menos nota en historia, y bastantes días en la sala de castigo. Me dí cuenta con quince años de que era socialista, y también porqué no reconocerlo, de que tenía cierta incontinencia verbal.

El mes que viene cumplo veintitrés años, y me pregunto de cuántas cosas más me iré dando cuenta poco a poco, cuánto me quedará por conocer de mí misma. A día de hoy, me alegro de seguir siendo la rara, y que aún siendo así, esas niñas de rosa y vestidito, que se tiñeron el pelo de rubio a los quince, y con las que hoy voy a cenar, y seguramente a discutir por algo, sigan a mi lado por lo menos otros veintitrés años, para irnos descubriendo, abriendo y cerrando etapas, y para ver si con 46 son lo "suficientemente mayores para entenderme", por ahora he de decir que por lo menos lo intentan.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Jugando a creernos que jugamos al amor

Te das cuenta? Ha pasado mucho tiempo desde aquella noche en la que nos conocimos. Tú... aún estudiabas, vestías camisetas de colores y piratas vaqueros con bambas, y no camisa como ahora. Aún tenias ese brillo de ilusión en la mirada, y nunca parabas de reír. Te empezaba a salir pelo en el pecho y paseábamos en tu antiguo coche al ritmo de metallica..

Yo... Jugaba a eso de ser mujer y todavía me sonrojaba cuando tu mano bajaba más de lo debido, y los nervios me paralizaban cuando parecía que podíamos llegar más lejos. Yo... Que tenía la inocencia intacta y unas ganas locas de aprender a querer, me embobaba mirándote, acariciaba tu cara con un dedo para memorizar cada rasgo tuyo, y recordarte al llegar a casa y poder soñar despierta...

Nosotros... Que jugamos hace años a eso que un día creí que podía ser amor, que celebrábamos que tus padres no estuvieran esa noche en casa y al final "no pasaba"... Hoy después de tantos años, he perdido la inocencia y soy yo quien baja tu mano, aprendí que el amor no era aquel juego al que jugábamos cuando aún utilizábamos antiacné... Tú vistes camisa y eres todo un profesional, has jubilado aquel coche en el que paseábamos y donde me descubriste eso de lo que tanto hablaban los mayores.

Hoy, nos reencontramos y nos contamos como han evolucionado nuestras vidas, con cuántas personas hemos intentado adivinar qué es eso del amor, sin acabar de saberlo del todo. Nos despedimos con un beso, como si los años no hubiesen pasado, pero los dos sabemos que estamos jugando a un juego en el que ya ninguno de los dos cree, sin engañarnos, pero guardándonos el secreto, para poder volver a tener 17 años por unas horas, cuando aún no sabíamos cuánto duele la vida.

martes, 17 de agosto de 2010

Una noche entre un millón

Te apetece una copa?

Perdona, nos conocemos?

Acaso importa? Estás sola, a la una de la madrugada, en la barra de un bar... Una de dos: o él no ha venido... O lo que venías buscando acaba de llegar... Pero por si importa... Soy Marcos.
...
No se prometieron el mundo, no había garantías, no jugaron a estar enamorados, ni fingieron creer en los cuentos de hadas. Ni él era un caballero, ni ella una asustada princesa en busca de protección desde lo alto de una torre.

Y a pesar de todo esto, se buscaron, se encontraron, y se entregaron. Sin promesas, sin mentiras, se mostraron, se dieron lo mejor de sí mismos, con ternura y con locura, se saciaron la sed, se calmaron las almas, se comieron la madrugada desde aquel colchón mientras la luna les espiaba por la ventana.

Y tras la batalla de besos, y el choque de sensaciones, no hizo falta fingir nada, durmieron abrazados sintiéndose uno, los dos estaban igual de solos.

Y en silencio, los dos temieron que aquello se acabara, temieron tontamente y por arrogancia, que llegase la mañana

lunes, 26 de julio de 2010

Llevaba horas sentada en el aeropuerto, observando el ir y venir de la gente. Le fascinó la idea de que todas esas personas con las que ahora se cruzaba, en apenas unas horas estarían esparcidas por todos los rincones del mundo.

Un buen libro, un café machiato para llevar, y las horas muertas frente a la puerta de embarque de un vuelo retrasado. Pero no le importaba,estaba bien allí, observando, analizando, reflexionando, leyendo ese libro que tenía tantas ganas de leer, y un buen café, era todo lo que necesitaba tras un fin de semana rodeada de gente las 24 horas del día. Se necesitaba, necesitaba estar consigo misma, disfrutar de su soledad, leerse por dentro, hablarse y escucharse. Siempre que está con gente mucho tiempo se empieza a echar de menos, porque no se oye entre el ruido, por eso estaba disfrutando de esa espera.

Una última llamada al vuelo 734 con destino Marrakech, le hizo levantar la mirada de manera inconsciente y abandonar la lectura. Le vio, sus miradas se cruzaron durante un segundo, por segunda vez en aus vidas, era él, el chico que le hizo sonrojar al verlo por primera vez. Fruto de la casualidad, un capricho de ese destino en el que se empeñaba en no creer, y la magia del azar, cruzaban sus caminos por segunda vez.

Se alteró, algo se le movía por dentro, le envolvía su presencia, se despertaron sus instintos... Pero no era capaz de moverse, ni siquiera de levantar la vista del papel, por miedo a no soportar otro cruce de miradas.

Con el rabillo del ojo le vio perderse entre la gente que poblaba el aeropuerto, esa gente que en unas horas se esparcería por el mundo, y sintió miedo, miedo a que el destino se hubiese enfadado ante su cobardía y lo mandase al otro extremo del mundo, donde otra sería más valiente y aprovecharía la oportunidad.

Pero se paralizó, se quedó sentada y le vio marchar mientras se odiaba porque quizás nunca descubriría su olor en su almohada

martes, 13 de julio de 2010

Hasta pronto Compostela

Llevo varios días en la casa de mis padres, en una época de transición hacia mi nueva vida en la ciudad herculina. Me apetece el cambio, pero aún así no puedo evitar sentir que cierro la que hasta el momento ha sido la época más bonita de mi vida.

Dejo atrás mi vida en la habitación nº 32 de la Residencia HCR, dejo atrás piso-placer, el ruta, el retablo, los vinos del Orense, el cocodrilo del Abellá, lospartidos en el Gambrinus, las cañas diarias en la cerve, la conchi, las horas en bilogía, los "espérame en la puerta de la facul", las clases en el aula nova, los exámenes en el salón de actos, las colas de la fotocopiadora porque Rebeca no apura, los cafés en el SEU, tomar el sol en el campito de farmacia, las horas muertas en el suelo del Obradoiro, las tardes de lectura en la Plaza de la Inmaculada, las novatadas con los Pinarios, los colacaos con Martínez, la sala de la tele, las misas cantadas "voluntariobligatorias", los "te cojo ropa que no traje para salir", la terraza del 4º, el piso comuna de los kukis, los "un hombre ha hablado", el rakatá hasta el amanecer, el "porque somos abogados, conocemos nuestros derechos y punto", las pelis en cama con Alba, hacer la compra en el Mercadona, las dormidas en colchones, San Pepés, Peñas, Baiona, Magostos...

Llegué a Santiago llorando, en un día gris, y me habéis pintado estos 5 años de mil colores. No es una despedida, porque ya formáis parte de mi vida, y cada uno tiene un trocito de mí.

Gracias a todos, por estar ahí, por crecer conmigo;

Alba, Cris, Ramil, Novoa, Seijo, Auri, Patri, Silvia N, Silvia G, Rocío, Fátima, Buchy, Ruth, Eva, Raquel, María, Rico, Javi, Rober, Noel, Laura, Kuka, Pepa, Lu, Miriam, Ceci, Mónica, Belén, Iago, Palo, Mele, Maikel, Marián, Rubén, Aser, Miguel, Rebeca.

Espero no olvidarme de nadie.


domingo, 4 de julio de 2010

Reflexiones tras la barra de un bar


Estoy tras la barra de mi bar, mi primo me hace compañía mientras por fin, tras el partido y las cenas del sábado noche, parece que por fin todo el mundo está atendido. Él está enfrascado en una conversación sobre el futuro, salidas laborales, etc.. Yo le asiento con la cabeza mientras intento hacer un contexto coherente de dónde me encuentro, de la cantidad de historias y personas distintas con las que me he cruzado hoy, algunas de ellas amigas, otras, personas que nunca recordaré, o que posiblemente un día por la calle no logre ubicarlas y no sepa en qué momento nos cruzamos.

Ahora mismo, mientras ando con el móvil escribiendo, y mi primo sigue hablando, hay una pandilla de veinteañeros celebrando con jarras de cerveza la victoria de España contra Paraguay, enfundados en sus banderas rojigualdas. Yo creo recordar, de anteriores sábados noche entre cervezas, que se declaraban republicanos, pero en fin, "el espíritu de la roja".

Dos mesas más allá, tres matrimonios de los de antes, de los de toda la vida. Ellos, parecen pavos hinchados, con su faria en la mano, con sus cafés irlandeses (sí, con lo que jode prepararlos), ignoran la presencia de sus féminas. Ellas, cacarean sobre su día de rebajas, han gastado mucho, muchísimo, pero claro, según ellas sus maridos les consienten todos lo caprichos. Me pregunto si algún día su capricho será una conversación mixta.

En la barra hay una pareja joven, creo que llevan poco tiempo juntos, aún tienen ese brillo de vergüenza cuando sus miradas se encuentran, las sonrisas lascivas, la mano de él acariciando la pierna de ella más arriba de lo normal.

Tres chicas brindan por su amistad en la mesa que está frente a mí, una de ellas porque va a casarse, otra de ellas porque va a dejar a su novio celoso, y las tres, simplemente porque siempre serán las tres.

Y entre cañas e irlandeses, entre la victoria patria, entre las risas entre amigos, los gestos cómplices de los amantes y las confesiones que se negarán en cuanto salga el día, entre todo, está él. Aparenta más por las huellas de la vida, pero debe de tener unos 40, le conozco del pueblo, a él y a su familia, pero no sé nada de su vida, tan sólo, le conozco y no le conozco de nada. Tiene la mirada perdida en la copa, mientras le da vueltas inconscientemente.
-Echa un vino nena...
-Ahí tiene señor, son dos euros.

Me mira extrañado, y de repente su expresión se relaja, sus ojos se inundan de pena y recuerdos, o eso me parece a mí.

-Me recuerdas a mi hija, tiene una melena larga y morena como la tuya, y ojos dulces y negros como el azabache... (sonríe tiernamente mientras se agarra a la copa). Pero claro, ella aún es pequeña, debe de tener 9 o 10 años, mira una foto.-

Me enseñó la única foto que llevaba en su cartera, doblada por las esquinas. Aunque ahí la niña debía de contar con unos 5 años.

-Es muy guapa.- No sé porqué pero al decir esto se me atragantaron las lágrimas en la garganta

-Hace mucho que no la veo, vive con su madre y su pareja, pero sé que le va bien, es muy estudiosa, me va a salir médico o algo así, muchas veces imagino cómo será su vida, y cómo será ella de mayor, qué tipo de mujer será.- Se le apagó la sonrisa, se bebió el vino de un trago y me puso los dos euros sobre la barra.

-Seguro que será una gran médico, y una gran mujer, ya lo verá.-

Se perdió entre la noche, y yo me quede aquí, entre risas y alegrías, en la misma posición que estaba antes de servirle el vino, mi primo sigue con la misma conversación, pero a mi se me ha encogido el pecho, y ahora soy yo quien tiene la mirada perdida.

sábado, 19 de junio de 2010

El ser más pequeño del mundo

Post

Llevo bastantes días con un malestar interior, pero no un malestar físico, sino de esos que te mueven las entrañas y hacen que las lágrimas salgan por tus lagrimales como si no hubiera mañana, y me ocurre esto con cosas tan serias como el Diario de Patricia o el anuncio de renfe, (cualquiera no se emociona con ese abuelete encantado con que el nieto vaya a ser maquinista).

Pues así ha ido pasando mi semana, en un derroche de sensibilidad y hormonas, que mezcladas han sido y están siendo una bomba que mis amigos sufren diariamente. El otro día, antes de dormir me dio por mirar mi habitación, con cantidad de cosas caras y totalmente presdincibles, y mientras yo acumulo trastos, quizás intentando llenar algún vacío interior, hay gente que no tiene un plato caliente, una cama, o simplemente una manta con la que taparse.

No me gusta el azar, no es justo, porqué? Debemos agradecer la aleatoriedad de haber nacido en un país desarrollado? Debemos resignarnos y pensar que nosotros no podemos cambiar nada? Y si los que acumulan fortunas ya no digo donasen su dinero, sino simplemente lo pusiesen en circulación? Y si realmente el vacío que pienso que puedo llenar aquí entre montañas de cosas inservibles realmente lo puedo llenar en un país subdesarrollado, sintiéndome útil, al ver la sonrisa de un niño, de una anciana? Seré fuerte para aguantar? Seré capaz de no volver? Lo extraño es que creo que allí sería feliz, lo raro, es que siento que necesito hacer algo. 

Recuerdo cuando una profesora me contó una historia que había visto en el cine, creo que era de la Lista de Schindler, éste miraba un anillo de oro, después de haber cambiado todo lo que tenía para liberar judíos, y al ver el anillo lloraba, alguien le preguntaba el porqué de su llanto, y él contestaba: con este anillo podía haber salvado varias vidas.

Me di un paseo por la ciudad, e intenté quedarme con los rostros de la gente que me decía algo, los fotografié, intentando guardarlos, para que me contasen su historia. No hace falta que nos vayamos lejos para poder hacer algo, mientras paseaba vi gente que dormía en la calle, gente descalza, con las ropas roídas, vi a una mujer mayor con la mirada vacía... Gente, que normalmente está ahí y no la vemos.

Y si en nuestro edificio, en nuestra calle... Una mujer recibe palizas diarias de su marido y nadie se da cuenta? Y si la adolescente que vemos cada día esperando el bus está siendo acosada y tiene miedo a contárselo a alguien? Y si ese chico que compra el pan en nuestra panadería tiene problemas con las drogas y no sabe cómo pedir ayuda? Y si esa señora mayor con la que coincidimos en el ascensor está viuda y sola en la vida, si llora porque se le cae la casa encima y no tiene con quien hablar? Y si esa chica que pide en la puerta del súper y a la que si aún no hemos guardado la cartera y no nos da pereza le damos lo que nos sobra, el dinero que acaba tirado por nuestro bolso, y si ella tiene tres hijos a los que no tiene qué darles de comer, o no tiene para comprarles unos zapatos nuevos?

Y si... Viviendo rodeados de estas historias, nuestra preocupación es no haber aprobado un examen, no tener esos zapatos que vimos en la tienda, que ese chico no te haga caso, que no puedas irte de vacaciones a donde tú querías...? No os hace sentir las personas más pequeñas y egoístas del mundo?

miércoles, 16 de junio de 2010

Hasta cuándo seguiremos pagando?

Video: "cultura contra la impunidad" en Youtube.
Por los que no tuvieron abogado, ni juicio, ni sentencia. Me han movido algo por dentro.

HASTA CUANDO?...

Hasta cuándo oiremos los tiros en la noche en el retumbar de la memoria de nuestros mayores?...
Hasta cuándo la escucharé sollozar en sueños, por llorar a una tumba sin dueño,por no tener a quien rezar?...
Hasta cuándo se tensarán sus músculos cansados de sufrir al ver al asesino de su padre pasar frente a él?...
Hasta cuándo apretará los puños al ver al niñato opinar sin saber?...
Hasta cuándo... Los hijos sin padre, los hermanos perdidos, las viudas, la memoria de las violadas, de los torturados, de las asesinadas... No podrán descansar?
Hasta cuándo seguiremos huérfanos de memoria, seremos Expósitos sin pasado?...
No lo fuisteis, no lo somos, ni De Dios ni de todos los santos, porque los vivos, vuestros familiares llevamos vuestro legado, por vosotros, por los masacrados, por vuestra memoria seguiremos luchando.
Por vosotros, con los que compartimos sangre, ideología y delito, el delito de amar la libertad, el delito de ser republicanos.

viernes, 4 de junio de 2010

Que me perdone el cielo

Vosotros seréis mi pueblo, por siempre seré vuestro Dios…



Que Dios me perdone, si me planteo algo que no debiera,

Si cuestiono a su pueblo, pueblo de Moisés, hijo de Amram, que no me lo tenga en cuenta.

Si no entiendo la lucha entre hermanos, el odio entre razas, la ocupación, las matanzas, que Alá, o que Yahvé meabsuelva.

Que redima mi alma pecadora, si es pecado sentir dolor por un pueblo aplastado que aunque suyo, no es el suyo, ni el que fue de Abrahám otrora.

Y si peco, peco siendo consciente, pues también los soy de la injusticia cometida contra esa gente, e insisto en pedir perdón por ser tan desobediente.

… Os daré un corazón nuevo, y os infundiré mi espíritu de amor.

Mi Señor… ya seas Cristo, Yahvé, Alá, Jehová… ¿Qué más da?, infunde en el corazón de tu pueblo el amor a sus hermanos, señálales el camino hacia la unión de los pueblos, no a su ocupación, indícales la luz para alcanzar la paz de espíritu, haz que abandone de su alma el rencor, y el fanatismo.

Porque Tú eres uno, y da igual cómo te llamemos, haz que nosotros también seamos uno, que no exista temor a lo distinto, que no nos tengamos miedo…

Y sino, si eso no es posible y en verdad es Israel tu pueblo, que me perdone el cielo…

domingo, 30 de mayo de 2010

No usted, sino tú

Hoy el día ha sido largo, llegas a casa con la corbata aflojada, de tanto buscar ese soplo de aire que parecía no llegar. 

Hoy, los que ayer te complacían, te aplaudían los aciertos y sonreían los errores, hoy, esos te han dado la espalda, te escarnian con el cinismo del "yo lo veía venir", te escupen con palabras con sus "desaires" de grandeza.

Hoy, como el hoy de ayer, y el ayer de hace un mes, llegas a casa buscando el refugio de las sábanas de siempre, con la persona de siempre, cuando sin ser nadie para ella ya eras alguien. 

Hoy buscas con quien deshacerte de la soledad fría de los pasillos abarrotados de gente, quien te cure el alma y las heridas de agarrar ese clavo ardiente.

Hoy el agua echada en la nuca en el servicio, una mano amiga entre decenas de traidores, te dieron fuerza para salvar la caída al precipicio, al que te empujan los aprendices de dictadores.

Hoy, que ante la adversidad sigues portando la honradez como bandera, el talante de siempre y tu mirada sincera.

Hoy, que ante la demagogia alzas la transparencia, que ante la acritud y la crispación te armas de paciencia.

Hoy, que ante el oportunismo del que miente, dialogas, valoras... 
Hoy levanta bien la frente, porque hoy, si, hoy, te siento humano, cercano, valiente, porque hoy, si, hoy, no es usted, sino tú, mi presidente

lunes, 17 de mayo de 2010

Dos extraños

A

Tienes la mirada cansada de vivir, tus ojeras me susurran que has pasado una de esas noches tan tuyas, que antes eran tan nuestras. Tu boca me grita en silencio, mordiendo tu labio inferior, que tantas veces mordí yo, ahogando risas, callando lloros, sellando secretos.

Tienes el pelo desaliñado, como cuando mis dedos lo acariciaban, mientras dormías sobre mi vientre. Quiero odiarte, olvidarte, y curar las heridas que me abriste. Quiero abofetearte para que reacciones al dolor que me causaste. Y al verte, quiero correr contigo, que me abraces y me jures que siempre fui la única, aunque los dos sepamos que es mentira...

Quiero olvidar tus caricias, cargadas de mentira, tus celos, mis celos, tus besos que me fundían de amor, me derretían del dolor. 

Quiero olvidar las broncas, los secretos, las mentiras, los reproches, y asumir que una vida contigo sería mi sinvivir continuo... Y sin embargo aunque sepa que me odias, aunque crea odiarte, sé que la fuerza con la que nos creemos odiar, no es más que el reflejo de las ganas con las que nos quisimos.

Me enfermo al pensar que otras manos te acarician, me enveneno al imaginar que es otra la que te quita el sueño, la que te da las buenas noches, la que llora por tus besos, la que sufre por necesitar tu cuerpo, la que te enreda con sus piernas para envolverte, sabiendo que sólo puede saberte suyo en ese momento...

No supimos tenernos, no supimos querernos, sólo supimos dañarnos, vaciarnos, desgartarnos... Con locura, con pasión, con ganas y con dolor... Y después de todo, ahora, frente a frente, parecemos dos extraños... 

lunes, 3 de mayo de 2010

Personalidad adictiva...

Tengo personalidad adictiva... Y tú eres mi substancia preferida...

Mono, esa sensación que tiene ese pobre infeliz, ese yonki que maldice el día que probó por primera vez esa droga, el veneno que le está matando, quemando por dentro. Sabe que no puede volver a tomarla, y eso le genera ansiedad, le roba el sueño, cuando se despierta empapado en sudor al recordar, al añorar..

Es su veneno, y su vida. La metadona y los diferentes sustitutos que le encuentra no hacen más que calmar momentáneamente su ansiedad, su furia interna, pero se enferma más al darse cuenta de que no es lo mismo, nunca lo será..

Cuando ve a otras personas que han caído en la misma trampa, siente pena por ellas, y miedo..

No quiere recordar ese tiempo, el primer tonteo con su veneno, los momentos felices que le proporcionaba, tan contados, tan escasos... Y luego los mil momentos de lloros, de miedo, de soledad... Y odia saber que ha marcado para siempre su vida, que nada será igual...

Le mata, le destruye, y él le teme, tiene miedo a las reacciones que provoca, a su poder sobre él, y de alguna manera incomprensible, le desea con todo su ser...

miércoles, 21 de abril de 2010

Ayer...


Me lié... digamos que la manta a la cabeza...

Me fumé... pongamos que el polen de esta puta primavera..

Me olvidé... de la vida por un rato, sin pensar siquiera, que avanzando por la vida de puntillas, vendía mi quizás, el aún, tu todavía...

Caí... en el redil de mis vicios, me propuse... como virgen de mi propio sacrificio...

Eché... sal a mis heridas, azúcar a mis hipoglucemias suicidas...

Calmé... con vinagre mi sed, me tapé los ojos para poder ver...

Y así, me fue pasando el día, así, me fue violando la noche, entre ruidos de sirenas que gritaban desde los coches...

Así... me rendí al cansancio, entre sudor y u n calor que no calmaba...
A golpe de nudillos desangrados contra el gotelé...
Vencida por la ausencia de valor... Por el peso del recuerdo...
Derrotada por el grito que se ahoga en mi garganta... El grito del silencio

viernes, 12 de marzo de 2010

En su ventana...


Se despertó con el ruido de la lluvia en el cristal, otra vez. Miró el despertador, bebió un sorbo de agua y dio media vuelta. Cerró fuerte los ojos, pero seguía oyendo ruido, los coches circular sobre la calle mojada, el ruido de la lluvia en los charcos, el viento silbando, aporreando la ventana.

Se había desvelado, mierda. No debería haberse dejado la persiana levantada. Se puso boca arriba y miró resignada a la ventana. Aprovechó para ir al baño, rellenó el vaso de agua, y fue a bajar la persiana.

Cuando estaba cogiendo la cuerda de la persiana oyó unas voces en la calle. Podía ser cualquiera, podía no haberse fijado, no haber prestado atención, podía haber imaginado que eran sólo unos borrachos, pero no fue así. Se escondió entre las cortinas, y lo vió.

No alzaba la voz, no gritaba, pero su voz parecía crispada, estaba rozando esa fina línea que separa la cordura controlada y fingida del depredador ante su presa, de esa otra cara, la real, la desbordada de pasión y celos, de orgullo y necesidad de sumisión, de esa clase de "amor".

Observaba la escena controlando su respiración, para intentar escuchar todo lo posible, pero los latidos de su corazón retumbaban en su garganta, atragantándosele.

La agarraba con fuerza por el brazo, de manera autoritaria, y le hablaba con la frente pegada a su pelo, con cara de desesperación, intentando que ella entendiera, que comprendiera. Ella lloraba, apartaba su cara de él, y se mordía el labio inferior.

Creyó que sus miradas se cruzaron, y se escondió tras la cortina, esperó unos segundos, y volvió a asomar un ojo. La escena había cambiado un poco, él lloraba desconsolado, ella también, pero intentaba calmarlo, cogía su cabeza entre sus pequeñas manos, él se arrodilló. No lograba escuchar nada, pero le pareció que le estaba pidiendo perdón. La chica se llevó la cabeza al pecho, su melena morena se entremezclaba con la lluvia y las lágrimas, y ocultaba su cara. Le pareció que la chica estaba ahogando su llanto y un grito de auxilio, dirigido a su ventana.

Se sentía paralizada tras la cortina, se dió cuenta de que sus pies descalzos estaban en tensión, con los dedos contrahídos, fríos, toda ella estaba helada. Volvió a mirar al exterior.

El chico la besaba con fuerza contra la puerta del coche, la tomaba con pasión, con desespero, la devoraba, la acariciaba rápido, entera, con ansia, mientras ambos lloraban. El lo notaba, ella le huía, se apartaba, y el insistía con más ganas, con mayor desesperación, la golpeó. Ella optó por colaborar, dejándose hacer, sin oponer resistencia, muriendo en vida bajo la lluvia de madrugada.

No quería ver más, se metió en cama llorando, se tapó con la almohada los oídos, no quería oír, no quería haberse despertado, volver a ver algo parecido. Pero los ruidos seguían entrando en su cabeza, las imágenes pasaban como una película. Oyó las puertas del coche, y a éste alejarse en la noche.

No había hecho nada, había sido testigo muda, partícipe del teatro de ese hijo de puta con su silencio. Miró de nuevo el despertador, sintiéndose el ser más pequeño del mundo, hoy no iba a dormir más.

martes, 9 de marzo de 2010

Siempre amanece

Anoche

Anoche me invadió de nuevo el frío de la duda, el aliento en la nuca que te deja el alma helada, desarmada.
Anoche sentí temor al miedo, miedo al pánico, pánico al desasosiego de la ansiedad, a derrumbarme ante mí misma.
Anoche, bajé del todo la persiana de mi cuarto y me senté en el suelo a esperar al día, sin darme cuenta que si no enfrentas la noche no verás cuando amanece.

Aunque no podía dormir me negué a no soñar, y soñé despierta con una realidad paralela donde lo imposible fuera posible, y a medida que soñaba, ambas realidades se fueron entremezclando.

Soñé que el frío quemaba, y recordé la sensación de la piel expuesta al hielo, soñé que las lagrimas no existían, xk no había penas, pero recordé las lagrimas de alegría cuando algo te acaricia el alma, el llanto de un recién nacido cuando se enfrenta al mundo. Me inventé un cielo de colores, que rompiese con el azul efecto del defecto, y pensé en los atardeceres naranjas, rojos, amarillos, donde parece que el cielo arde ante la pasión desbordada del sol, la negrura de la soledad de la noche, violada por la pureza de la luz de luna, de los destellos de las estrellas.

Seguí durante un rato, imaginando mi realidad inventada, quise caminar descalza sin sentir frío ni dolor, y rememoré ese primer día de verano, cuando hundes los pies en la arena, el primer día de primavera descalza por el campus, acariciando la hierba con los dedos.

Cuando acabé de imaginar, me di cuenta de que nada es imposible, sino que depende de la posición que uno mismo adopte frente a la realidad.

Levanté la persiana y abrí la ventana, esperando al amanecer.

Yo he decidido reinventarme la mía. Y sé que puedo hacerlo.

domingo, 7 de marzo de 2010

el regalo más hermoso que a los hijos da el Señor, es su madre y el regalo de su amor...


No puedo explicar un sentimiento así, pero haré un intento por explicar mis sensaciones a lo largo de mi vida como cofrade, quizás así algunos os acerquéis un poquito a esta parte de mí, y ojalá llegueis a sentirlo, aunque sea en una mínima parte.
Empecé a vivir la Semana Santa a medida que crecía, es difícil no hacerlo siendo ferrolana. En el Tercio de la Virgen de la Piedad aprendí a saborear los momentos, la sensación del Jueves Santo, saber que has esperado un año por ese día, y que por fin ha llegado. Me vestía con el hábito despacio, primero las medias, el sayal, el fajín, la capa, la medalla, los guantes, y el capuz... En la soledad que me proporcionaba mi capuz de terciopelo, sentía que mi respiración se agitaba, que el corazón latía con fuerza debajo de mi sayal, el olor a incienso en el aire, el solo de corneta, seguido de los redobles de tambor, y me sentía con Ella, la sentía en mí.

Cuando nos preparábamos para salir éramos conscientes de que quedaban horas por delante, y yo quería aprovechar cada minuto. Lo bueno de la noche del Jueves Santo es el momento de la retirada, yo tenía mucha suerte, iba acompañando a la Virgen de la Piedad, todos la esperaban a ella, y el momento en que llegábamos, abriéndole paso, es indescriptible... la Virgen se encontraba con el Cristo... no se puede explicar con palabras, la música empezaba a sonar, todo el pueblo empezaba a cantar, "una madre no se cansa de esperar".

La procesión del Viernes Santo, la de "os caladiños", en un silencio respetado por todos, por niños y mayores, por mujeres y hombres, por todos, todos respetamos ese silencio, esa oscuridad que reina en las calles, solo violada por la luz de los hachones, por la luz de las velas... ver los tronos en la plaza, y cantar la Salve...

La verdad es que si lo pienso soy egoísta, pero año tras año la acompañé con una petición en mi cabeza, se lo pedía en silencio, mientras la acompañaba, se lo gritaba al cantarle en sus retiradas, y ahora año tras año se lo agradezco acompañándola, queriéndola.

Es muy dificil explicar lo que siento, son muchos momentos juntos a lo largo de una semana, son sensaciones, son vuelcos del corazón al sentir una melodía, al ver el esfuerzo de los portadores, ver como el cansancio no puede con ellos, porque se sienten afortunados de portarlos. Es la carne de gallina al ver a mujeres mayores, a chicas jóvenes, a señores, a niños, a hombres adultos, llorando de emoción al cantarle a la Virgen, al ver al Cristo.

Para muchos son simples imágenes, para nosotros son parte de nuestro ser, son parte de nosotros mismos, de nuestra historia, de nuestra tradición, de nuestras familias. Son respeto, amor, devoción, esfuerzo, alegría, agradecimiento, cultura, orgullo, disciplina, compañerismo, hermandad, fe. La gente puede preguntarse cómo puede generar tantas sensaciones esas imágenes, es algo parecido a cuando sientes muy dentro unos ideales, luchas por ellos, porque los sientes, porque son una parte de tí, que reflejas en tu día a día.

Para mí, el amor que siento hacia la Virgen de la Piedad no es comparable con nada, no es algo que se pueda explicar, como no se puede explicar el amor a una madre. Es algo tan fuerte, tan bonito, tan desinteresado, que hace que cada vez que la veo, engrandecida, portada a hombros, tan bella, no puedo evitar que las lágrimas afloren, y esa sensación es tan gratificante, tan pura y limpia, que ojalá todas las personas que quiero llegárais a sentirla.


Cuántas veces siendo niño te recé, con mis besos te decía que te amaba, poco a poco, con el tiempo, olvidándome de tí, por caminos que se alejan, me perdí...por caminos que se alejan me perdí...

Hoy he vuelto, madre a recordar, cuantas cosas dije ante tu altar, y al rezarte puedo comprender, que una madre no se cansa de esperar... que una madre no se cansa de esperar...


Al regreso me encendías una luz, sonriendo desde lejos me esperabas, en la mesa la comida aún caliente y el mantel, y tu abrazo en la alegría de volver...y tu abrazo la alegría de volver...

Hoy he vuelto, madre a recordar, cuantas cosas dije ante tu altar, y al rezarte puedo comprender, que una madre no se cansa de esperar... que una madre no se cansa de esperar...



Aunque el hijo se alejara del hogar, una madre siempre espera su regreso, que el regalo más hermoso que a los hijos da el Señor, es su madre y el regalo de su amor...

domingo, 28 de febrero de 2010

Yo no podría haberlo dicho mejor



Llevaba un rato con la mirada perdida, taladrando el cristal de la ventana. Daba vueltas a la taza de té caliente que tenía entre las manos, en un vano intento por entrar en calor; las gotas de lluvia tras el cristal hacían que el frío le invadiera el cuerpo, produciéndole escalofríos en el alma. En un acto reflejo, se apretó el poncho contra el cuerpo.

Estaba tranquila, en una paz extraña que la tenía adormilada, vagando por la casa como levitando, sin hacer ruído, sin que se notase su presencia. Se sentía incoherentemente serena, con ligeros cosquilleos que aparecían en su interior por momentos, y hacían que se le atragantase el corazón... unos segundos... y otra vez paz.

Llevaba así varios días, en una fase tan cercana a la felicidad que sintió miedo, miedo a sentir de nuevo, a dejar entrar en su interior, donde es tan vulnerable, tanto que un suspiro bastaría para hacer que se volviera a quebrar.

No había razón para sentir miedo, lo sabía, pero no podía evitarlo, iba en su naturaleza, o por lo menos eso le habían hecho creer. Haciendo un gran esfuerzo desechó esa posibilidad de su mente, no quería abrir esa puerta de su interior, la de las inseguridades y los miedos, y al cabo de un rato, la tranquilidad acompasada de cosquilleos volvió a invadirle.

Las gotas de lluvia golpeaban con furia el cristal, cada vez más fuerte, pero ya no sentía frío. El viento parecía enloquecer de rabia al ver su impasibilidad, y arremetía cada vez con más ganas intentando alterar el orden de su refugio. Pero ella no se inmutaba, estaba a salvo, lo presentía.

Miró altiva al exterior, el tiempo se calmó vencido, derrotado por un ser tan frágil, que pareció darle vergüenza y dejó paso a un rayo de sol, que entre las nubes parecía llegar directamente a su ventana, parecía colarse en su taza de té aún humeante.

-Ey, date prisa, llevas una hora ahí pasmando. Porqué sonríes?

-La verdad es que no lo sé.

-Qué rara eres. Bueno apura, aprovechemos que salió el sol.

-Yo no lo podría haber dicho mejor...

lunes, 25 de enero de 2010

De lo que tengo y no tengo



Tengo el alma desgastada de querer, el corazón a trocitos, anclados en el ayer...

Tengo la mente saturada de recuerdos, y el ser vacío de sentimientos...

Tengo aún muchas heridas, demasiadas llagas, y no tengo valor para amarte como me pides que lo haga...

Tengo todavía un olor impregnado en mi piel, y en mi boca ese sabor a miel...

Tengo una estancia pagada en un centro de desintoxicación, uno de esos sitios donde te parchean el corazón...

Tengo ganas de parar las horas, los minutos, los segundos, ganas de pedirte que pares el mundo, de decirte que me bajo contigo, que sin tí tirito, me hielo, y me muero de frío...
Que se baje el telón y que te regalo mi corazón, que me devuelvas las alas y volemos al alba hasta tú rincón...

Tengo ganas de gritarle al viento que se lleve volando mi miedo, que te traiga bañado de estrellas, que nos lleve volando hasta ellas.
Que me abraces despacio saboreando el momento, que no quede un espacio de arrepentimiento...


Tengo ganas de amarte, de quererte y desearte como tú lo haces, pero no tengo las fuerzas, y sólo con las ganas no llega...

Tengo el cuerpo magullado a causa de tantos daños...
Y tengo tan sólo 22 años...

miércoles, 20 de enero de 2010

Se me escapan los sueños



Foto: Donde se escapan los sueños

Me desvistió despacio, alternando besos en el cuello mientras desabotonaba mi camisa.
Me tuvo con cuidado, a ritmo acompasado, amándome sin prisa.
Yo seguía rígida, inmóvil, con la mirada perdida, luchando por moverme, por parecer que tenía vida, pero no podía...

¿Qué te pasa?
Nada...

Buscaba mis manos, mi boca, mi ombligo.
Creí volverme loca, me evadí de  mi cuerpo para irme contigo...

¿Estás bien?
Si...

Con un silencio que cortaba bajó por mi vientre, mientras yo te encontraba en algún oscuro rincón de mi mente.
Empecé a sentirte y mis instintos despertaron, de repente mis manos te buscaron, creí ver tu cuerpo y te besé con ganas.
Enloquecí al creerme entre tus sábanas...

Cuando acabó la locura una voz me trajo a la realidad, la habitación se volvió oscura, y comenzó la ansiedad.
Caí derrotada en mi trozo de colchón, me sentí sucia al sentir en mí su olor.
Abrazada a la almohada ahogué un llanto del que nadie se enteró, un aullido al alba, que nadie escuchó...

jueves, 7 de enero de 2010

Esfumándose recuerdos...



Qué efímera resultó esa eternidad con la que un día soñé...
Qué débil mi alma remendada tras desengancharse de tu piel...

Sentada en el suelo de mi habitación, con la cabeza apoyada en la cama, doy vueltas y vueltas a esta caja de madera, que hace un año prometía ser tan duradera... hoy ya vacía de aquello que un día me dijíste que traía, le doy vueltas y vueltas intentando encontrarle algún agujero, por dónde escaparon tus recuerdos, parece que está sellada, sin fisuras, no lo entiendo...

La dejo a un lado y me fumo tus besos, poco a poco se consumen, se reducen a cenizas tus silencios, mis lloros entre almohadas se evaporan en cada bocanada como aire nuevo, ligero... Y mientras sigo apurando mi cigarro, van flotando por mi habitación, alejándose impulsados con cada golpe de mi corazón, siguiendo el compás de mi respiración, chocan contra el cristal que me separa del mundo real, y se esfuman, se desvanecen, se van...

Apago el cigarro, despacio, tomándome mi tiempo. Al levantarme, y abrir la ventana, el aire de la madrugada me aclara el pensamiento, con los ojos cerrados, respiro fuerte... Es  un día nuevo.

martes, 5 de enero de 2010

Simplemente, nosotros.

Me encanta mirarte en silencio, sin que te des cuenta...
Cuánto hemos crecido, codo con codo salvamos una adolescencia por la que pasamos casi casi de puntillas; cuántas cosas hemos vivido juntos, frente con frente, con los ojos cerrados, tragando el dolor de los malos tragos, y abrazados, saltando al ritmo de la música de Vetusta, celebramos los buenos momentos; qué buenas las vueltas en tu coche de la playa, cantando y riendo.

Hoy no te concentras en estudiar, y yo sé porqué, pero no te diré nada, ya lo harás tú... No paras de tocarte el pelo intentando acomodarlo, estás tan guapo que me resultas el ser más tierno y frágil del mundo, como un ángel que no es consciente de su perfección, sólo quiero cuidarte, mimarte y protegerte, crear para tí un escudo en el que tu esencia quede intacta; y mientras tú sigues con tu pelo una sonrisa viene a mí al recordarnos de niños, al imaginarnos de viejos; siempre ha sido así, siempre será así, tú y yo, nuestras playas, nuestros montes, sitios dónde perdernos, quizás simplemente intentando encontrarnos.

Me miras interrogante, sabes que algo estaba pensando, que no estoy estudiando, y me sonríes, te devuelvo la sonrisa y disimulo bajando la vista a mis apuntes... Siempre has estado a mi lado, llevándome al caballito cuando no podía andar sola, abriéndome los ojos cuando tenía una venda negra, despacio, sin herirme, y compartiendo el dolor de mis heridas con una empatía propia de mi análogo. Te recuerdo, a los pies de mi cama en el hospital; esperándome en mi portal cada viernes, con una paciencia infinita que no merezco.

Sigues inquieto en tu silla, parece que ese ejercicio se te resiste, y pones cara de concentración, aunque sé que es una careta, una pose, para que me crea que estudias, y quizás tú también intentes creértelo, y así conseguir concentrarte...
Sé que lo sabes, pero no sé hasta qué punto eres consciente de lo mucho que significas para mí, de lo mucho que te quiero, no hace falta que te lo diga, porque simplemente... somos nosotros.

Dejas el boli en la mesa, miras por la ventana y bebes agua, vuelves a intentar concentrarte... Y me doy cuenta de que tengo hacia tí el sentimiento más puro que se puede tener hacia una persona, sin dobleces, sin prejuicios, sin nada más que admiración, ternura, y un eterno agradecimiento. Gracias por cada segundo a mi lado, por cuidarme, por quererme como lo haces, por ser así de especial y dejarme disfrutarte...

-Ey cuchi, nos vamos a tomar algo?-
Te quitas las gafas riendo...
-Claro-.