martes, 7 de diciembre de 2010

Días para una misma...


La lluvia rebotaba contra la ventana velux de su habitación, y ella, ella disfrutaba de uno de esos momentos tan suyos. Tirada en la cama, escuchando llover, y la música del CD de Reiki que había comprado en aquella tienda escondida en una de esas ruelas de Compostela por las que le encantaba perderse cuando llovía. Se incorporó un poco, mojó el chupa chups en el té de frutas, le dio un sorbo corto y se volvió a tumbar, jugando a agarrarse la punta de los calcetines, pensando en todo, sin pensar en nada, rodeada de velas metidas en vasitos de té, y olor a incienso de canela...

-Venga, voy a estirarme, a relajarme...- Primero pienso en los dedos de los pies... No pesan, los siento ligeros... Suben por mis pies, por mis tobillos... ahí... me detengo ahí... ya no siento mis pies, están flotando en mi habitación, mientras escucho el agua en los cristales mezclado con la música de fondo... Sigue subiendo por mis piernas... y así poco a poco por todo mi cuerpo, agoto mis dedos, vuelve a subir por mis brazos, soy ligera, mi cabeza? no... la cabeza no... quiero ser consciente de esta sensación...

Estuvo así durante cerca de una hora, cuando empezó a ser consiciente de su cuerpo de nuevo, se desperezó, cogió el chupa chups que había dejado en la taza del té, y volvió a jugar con sus pies en el aire... A veces necesitaba días así, días de ella misma, que las horas pasaran ajenas a su existencia en ese refugio tan suyo.

Siguió allí, en su cama, durante horas, cantando en playback, bailando frente al espejo, desnudándose, encontrándose, sintiéndose... dormitó un rato y acabó vistiéndose de nuevo con esa camiseta vieja de surf, que llevaba tantos años en el armario y que no tiraría jamás, unas braguitas de lunares y un calcetín de cada color... como siempre... Jugó con sus rizos, o lo que quedaba de ellos, mientras pensaba qué hacer con lo que quedaba de día.

Se fue a la ducha cantando, para acabar el día con ella misma, saldría a dar un paseo bajo la lluvia, sola, con su ipod... Esquivando los charcos, o no. Tocando los árboles abandonados en el medio de la ciudad con la punta de los dedos. Chantajeando con una mirada al vagabundo de tres calles más abajo, sus ojos le tenían secuestrado el corazón. Desafiando a las señales. Jugando a ser una solitaria en el medio de la ciudad.

Y por la noche, cuando volvió a su habitación pensó:

"Días así son necesarios para cargar las pilas..."

1 comentario:

Sr. Fundido dijo...

Intromisión nocturna a la intimidad de la autora y primera anunciación de la existencia de lunares.

Sea disculpado el atrevimiento del desconocido lector.