viernes, 12 de marzo de 2010

En su ventana...


Se despertó con el ruido de la lluvia en el cristal, otra vez. Miró el despertador, bebió un sorbo de agua y dio media vuelta. Cerró fuerte los ojos, pero seguía oyendo ruido, los coches circular sobre la calle mojada, el ruido de la lluvia en los charcos, el viento silbando, aporreando la ventana.

Se había desvelado, mierda. No debería haberse dejado la persiana levantada. Se puso boca arriba y miró resignada a la ventana. Aprovechó para ir al baño, rellenó el vaso de agua, y fue a bajar la persiana.

Cuando estaba cogiendo la cuerda de la persiana oyó unas voces en la calle. Podía ser cualquiera, podía no haberse fijado, no haber prestado atención, podía haber imaginado que eran sólo unos borrachos, pero no fue así. Se escondió entre las cortinas, y lo vió.

No alzaba la voz, no gritaba, pero su voz parecía crispada, estaba rozando esa fina línea que separa la cordura controlada y fingida del depredador ante su presa, de esa otra cara, la real, la desbordada de pasión y celos, de orgullo y necesidad de sumisión, de esa clase de "amor".

Observaba la escena controlando su respiración, para intentar escuchar todo lo posible, pero los latidos de su corazón retumbaban en su garganta, atragantándosele.

La agarraba con fuerza por el brazo, de manera autoritaria, y le hablaba con la frente pegada a su pelo, con cara de desesperación, intentando que ella entendiera, que comprendiera. Ella lloraba, apartaba su cara de él, y se mordía el labio inferior.

Creyó que sus miradas se cruzaron, y se escondió tras la cortina, esperó unos segundos, y volvió a asomar un ojo. La escena había cambiado un poco, él lloraba desconsolado, ella también, pero intentaba calmarlo, cogía su cabeza entre sus pequeñas manos, él se arrodilló. No lograba escuchar nada, pero le pareció que le estaba pidiendo perdón. La chica se llevó la cabeza al pecho, su melena morena se entremezclaba con la lluvia y las lágrimas, y ocultaba su cara. Le pareció que la chica estaba ahogando su llanto y un grito de auxilio, dirigido a su ventana.

Se sentía paralizada tras la cortina, se dió cuenta de que sus pies descalzos estaban en tensión, con los dedos contrahídos, fríos, toda ella estaba helada. Volvió a mirar al exterior.

El chico la besaba con fuerza contra la puerta del coche, la tomaba con pasión, con desespero, la devoraba, la acariciaba rápido, entera, con ansia, mientras ambos lloraban. El lo notaba, ella le huía, se apartaba, y el insistía con más ganas, con mayor desesperación, la golpeó. Ella optó por colaborar, dejándose hacer, sin oponer resistencia, muriendo en vida bajo la lluvia de madrugada.

No quería ver más, se metió en cama llorando, se tapó con la almohada los oídos, no quería oír, no quería haberse despertado, volver a ver algo parecido. Pero los ruidos seguían entrando en su cabeza, las imágenes pasaban como una película. Oyó las puertas del coche, y a éste alejarse en la noche.

No había hecho nada, había sido testigo muda, partícipe del teatro de ese hijo de puta con su silencio. Miró de nuevo el despertador, sintiéndose el ser más pequeño del mundo, hoy no iba a dormir más.

2 comentarios:

Purrelo dijo...

sencilla e rápida lectura sin por irso perder a profundidade do tema a tratar......redactas moi ben.... o fondo gustoume moito, o cargo de conciencia por ser colaborador por omisión

Unknown dijo...

Brutal...