sábado, 19 de junio de 2010

El ser más pequeño del mundo

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Llevo bastantes días con un malestar interior, pero no un malestar físico, sino de esos que te mueven las entrañas y hacen que las lágrimas salgan por tus lagrimales como si no hubiera mañana, y me ocurre esto con cosas tan serias como el Diario de Patricia o el anuncio de renfe, (cualquiera no se emociona con ese abuelete encantado con que el nieto vaya a ser maquinista).

Pues así ha ido pasando mi semana, en un derroche de sensibilidad y hormonas, que mezcladas han sido y están siendo una bomba que mis amigos sufren diariamente. El otro día, antes de dormir me dio por mirar mi habitación, con cantidad de cosas caras y totalmente presdincibles, y mientras yo acumulo trastos, quizás intentando llenar algún vacío interior, hay gente que no tiene un plato caliente, una cama, o simplemente una manta con la que taparse.

No me gusta el azar, no es justo, porqué? Debemos agradecer la aleatoriedad de haber nacido en un país desarrollado? Debemos resignarnos y pensar que nosotros no podemos cambiar nada? Y si los que acumulan fortunas ya no digo donasen su dinero, sino simplemente lo pusiesen en circulación? Y si realmente el vacío que pienso que puedo llenar aquí entre montañas de cosas inservibles realmente lo puedo llenar en un país subdesarrollado, sintiéndome útil, al ver la sonrisa de un niño, de una anciana? Seré fuerte para aguantar? Seré capaz de no volver? Lo extraño es que creo que allí sería feliz, lo raro, es que siento que necesito hacer algo. 

Recuerdo cuando una profesora me contó una historia que había visto en el cine, creo que era de la Lista de Schindler, éste miraba un anillo de oro, después de haber cambiado todo lo que tenía para liberar judíos, y al ver el anillo lloraba, alguien le preguntaba el porqué de su llanto, y él contestaba: con este anillo podía haber salvado varias vidas.

Me di un paseo por la ciudad, e intenté quedarme con los rostros de la gente que me decía algo, los fotografié, intentando guardarlos, para que me contasen su historia. No hace falta que nos vayamos lejos para poder hacer algo, mientras paseaba vi gente que dormía en la calle, gente descalza, con las ropas roídas, vi a una mujer mayor con la mirada vacía... Gente, que normalmente está ahí y no la vemos.

Y si en nuestro edificio, en nuestra calle... Una mujer recibe palizas diarias de su marido y nadie se da cuenta? Y si la adolescente que vemos cada día esperando el bus está siendo acosada y tiene miedo a contárselo a alguien? Y si ese chico que compra el pan en nuestra panadería tiene problemas con las drogas y no sabe cómo pedir ayuda? Y si esa señora mayor con la que coincidimos en el ascensor está viuda y sola en la vida, si llora porque se le cae la casa encima y no tiene con quien hablar? Y si esa chica que pide en la puerta del súper y a la que si aún no hemos guardado la cartera y no nos da pereza le damos lo que nos sobra, el dinero que acaba tirado por nuestro bolso, y si ella tiene tres hijos a los que no tiene qué darles de comer, o no tiene para comprarles unos zapatos nuevos?

Y si... Viviendo rodeados de estas historias, nuestra preocupación es no haber aprobado un examen, no tener esos zapatos que vimos en la tienda, que ese chico no te haga caso, que no puedas irte de vacaciones a donde tú querías...? No os hace sentir las personas más pequeñas y egoístas del mundo?

1 comentario:

Unknown dijo...

La raíz de la mirada está en el corazón, la raíz del corazón en nuestro afán por cambiar las variables del mundo. Un besote!